lunes, 21 de julio de 2008

CUANDO, UN ATARDECER...


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[...]

¡Oh! No dejes que el Tiempo te engañe;
no podrías conquistar al Tiempo.

En las madrigueras de la pesadilla,
donde encuentras desnuda a la Justicia
y el Tiempo acecha entre las sombras
y tose cuando el beso ya se acerca.

En jaquecas y angustias,
vagamente, la vida se nos escapa,
y el Tiempo logrará su capricho
y si no es hoy, será mañana.

En más de un valle verde
se desliza la nieve aterradora;
rompe el Tiempo el tejido de las danzas,
el brillante saludo del que va en aguas hondas.

¡Oh! Sumerge las manos en el agua,
sumérgelas, que llegue a tu muñeca;
y en el lavabo mira atentamente
y piensa en lo que el mundo te ha negado.

En el aparador el glaciar se derrumba,
en la cama suspiran los desiertos,
y en la taza de té la grieta te insinúa
un sendero que lleva al país de los muertos.

[...]

¡Oh! Mira, mira en el fondo del espejo,
en tu desgracia mira:
la vida sigue siendo un don,
aunque tú no puedas bendecirla.

¡Oh! Quédate en la ventana,
mientras queman las lágrimas del miedo en tus mejillas;
has de amar a tu torcido prójimo
con un torcido corazón.

[...]
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