martes, 22 de julio de 2008

EL INGENIOSO HIDALGO, DON QUIJOTE DE LA MANCHA


--¡Ay!, respondió Sancho llorando: no se me muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire, no sea perezoso, sino levántese de esa cama y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado; quizás tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no hay más que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber cinchado yo mal a Rocinante le derribaron: cuanto más que vuesa merced habrá visto en sus libros de caballería ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy, será vencedor mañana.



Quijote de la Mancha, 2, LXXIV

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