miércoles, 6 de agosto de 2008

HAMLET



SEPULTURERO: [...] Ahí tenéis una calavera. (Tomándola del suelo.) Esta calavera ha estado metida en tierra veintitrés años.

HAMLET: ¿De quién era?

SEPULTURERO: De un imbécil hijo de puta. ¿De quién dirías?

HAMLET: ¿Qué se yo?

SEPULTURERO: ¡Mala peste te confunda! ¡Loco idiota! Un día me tiró por la cabeza una botella de vino del Rin. Esa misma calavera que veis es la de Yorik, el bufón del rey.

HAMLET: ¿Esta?

SEPULTURERO: Esta misma.

HAMLET: Deja que la vea. (Toma la calavera.) ¡Ah, pobre Yorik! Yo lo cconocí, Horacio: era un hombre de gracia infinita y de una fantasía portentosa. Mil veces me llevó a cuestas y ahora ¡qué horror siento al recordarlo! Aquí pendían esos labios que yo he besado tantas veces. ¿Que fue de tus bromas, tus piruetas, tus canciones, tus rasgos de buen humor, que hacían romper en risa a toda la mesa? ¿Nada, ni un sólo chiste para burlarte de tu propia mueca? ¿Qué haces ahí con la boca abierta? Vete ahora al tocador de mi dama y dile que, aunque se ponga el grueso de un dedo de maquillaje ha de venir por fuerza a esta triste figura. Prueba hacerla reír con eso.

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